Talentos locales

Conocé a la vendedora ambulante de Pontevedra que cumplió el sueño de ser parte del Ejército Argentino

Devora Eula tiene 25 años, nació en Ramos Mejía, vivió en Laferrere, Isidro Casanova, San Miguel y actualmente en Pontevedra. Hija de Carlos, un vendedor y albañil, y Cristina, ama de casa, aprendió a luchar por sus sueños. Tras vivir en la calle junto a su familia, y vender CDs para poder sobrevivir hoy en día cumplió el sueño de construir ella misma su casa y se prepara para recibirse de Suboficial.

Una historia de vida fuerte, tiene su sostén en algún punto, y en el caso de Devora ese sostén estuvo en su familia. “Mi padre es quien me enseñó a transitar por la vida, a siempre buscarle solución a todos mis problemas, es quien a pesar de que en algún momento tuvimos que vivir en la calle y en malas situaciones económicas, sin casa y comida, salió adelante junto a mi madre y me enseñó a no bajar los brazos, es ese quien me enseño sobre la cultura, la música, los aviones, la vida, y a sonreír a pesar de que sea un mal día” expresó en dialogo con Viví el oeste.

Su madre Cristina siempre estuvo a su lado, acompañando cada decisión y confiando en el destino de Devora elegía para ella. Su hermanito de 8 años “es la personita que me enseña día a día el amor y cariño sincero sin nada a cambio, es ese motor que me ayuda a salir adelante porque se que alguien está siguiendo mis pasos y eso me ayuda a salir adelante cuando todo se pone tenso” afirma.

FV JULIO EPU
LA PERLA LARGO

Devora no fue a escuelas privadas, tampoco pudo hacer el profesorado de Historia que le hubiese gustado. Sin embargo otros sueños estaban en su mente: ser parte de las filas del Ejército Argentino.

“En el año 2012 terminé mi secundario sin haber repetido de año nunca y con una buena imagen para mis profesores. En el año 2013 realicé un curso de auxiliar de maestra jardinera el cual por cuestiones personales no pude terminar, al año siguiente realicé el curso de auxiliar en enfermería y obstetricia en el Instituto San Benito Abbad, el cual me dejo muchísimo conocimiento para lo personal y grandes experiencias” relató la joven. El curso tenía sus costos, y para poder pagarlo Devora vendía CDs y DVD en la calle.

Devora tenía 20 años cuando un viejo amigo la oriento en su ingreso al Ejército como soldado voluntario en el Batallón de Ingenieros 601 Campo de Mayo. Sin embargo, los problemas económicos fueron un obstáculo y se vio obligada a pedir su baja. “Fue muy lamentable, era a lo que me quería dedicar, pero no me alcanzaba mi sueldo para ayudar en mi casa, ya que en ese momento vivía sola con mi madre y hermano y las cosas no estaban bien”.

Así, comenzó a trabajar en una librería de Gonzalez Catán y el destino la cruzó con quien la ayudaría. “Ingresó un señor de la Policía Federal y mientras le vendía un libro para su hijo me comentó y cómo era todo para el ingreso a la policía y me dijo que vaya a anotarme que era una gran oportunidad para mí, decidí hacerle caso y concurrí a rendir todos los exámenes de admisión” señaló Devora. Claro que para ello tuvo que renunciar a la librería y volver a la venta ambulante en la puerta de un supermercado.

Una de esas tardes llegó el llamado de la Escuela de Suboficiales Don Enrique O’gorman de la Policia Federal Argentina, tiempo después comenzó el ciclo lectivo y se recibió de Agente en noviembre y se mudó a San Miguel donde permanecí 3 años.

“Estuve de pase en la zona de San Martín, estaba ansiosa por salir a la calle, pero se ve que mi destino era otra cosa, por cosas de la vida ingresé a la Administración en ese destino y me mantuve por meses”. Allí estaría por 4 años. Pero algo faltaba.

“Mi mente y mi corazón no estaban completamente llenos tenía una deuda conmigo misma. Decidí entonces en el año 2018 con muchísimo miedo ir a hacer el ingreso a la Escuela de Suboficiales del Ejército, en la cual por asuntos que desconozco no ingresé, entonces en el año 2019 me inscribí con el personal de la Reserva del Ejército” continuó.

Finalmente, un día en febrero llegó la gran noticia: había ingresado. “Cuando recibí la noticia lloré en los brazos de mis padres y mi hermana porque realmente era lo que yo quería. Así que tuve que dar la novedad en mi destino que estaba en PFA y tramitar mi baja”.

Así pudo terminar este año su casa con la ayuda de sus padres, su hermanito y sus abuelos. “Gracias a mi padre y mi abuelo, pilares fundamentales en mi vida, soy una mujer que le gusta y está feliz de poder darme maña y realizar cualquier actividad, y son esos que me inculcaron mis gustos por los autos clásicos y las motos” continuó.

“En esta oportunidad siendo nieta y hija de albañiles fue mi turno de aprender, asíque pidiendo a mi abuelo Mario que me enseñó a hacer finos o pegar cerámicas, pude terminar mi casita, ya que quien venía a trabajar era mi padre y por la pandemia no podía salir, me dediqué yo misma a terminar mi casa, y aprendí muchísimo, siento un gran orgullo propio de haber sido parte de eso y seguir trabajando en ello día a día”.

Hoy en día su sueño es recibirse como Suboficial del Ejército Argentino como Cabo Mecánico de Aviación y terminar su carrera. “Por más que sea difícil y en ocasiones me cueste mucho, sé que deje muchísimo por esto y no voy a bajar los brazos tan fácilmente porque lo que siento es algo único, desearía que todas las personas se dediquen a lo que aman, yo soy una de esas hoy en día, cursando momentáneamente lo que me gusta y a futuro trabajar de ello”.

Por último, deja un deseo: “Me gustaría que más jóvenes tengan la oportunidad de estudiar y capacitarse ya sea en algún terciario, universidad o mismo en las filas de nuestro glorioso Ejercito el cual estoy más que orgullosa de pertenecer”.