Ituzaingó: la historia de Dario, el restaurador de zapatos
Diego es un vecino de Ituzaingó que debido a la pandemia y la cuarentena volvió a dedicarse a su oficio de restaurador el cual aprendió a los 13 años.
Los precios elevados en el rubro calzados, lo inaccesible que es para una familia muchas veces comprar nuevos pares de zapatillas para sus hijos, hacen que emprendimientos como el de Darío recobren fuerza. De esta manera, "El Restaurador", crece día a día con nuevos clientes que se asombran con los resultados.
"Creo que soy un hombre común y corriente, que trata de hacer las cosas lo mejor que puede, soy esposo de una hermosa mujer y padre de 6 hijos maravillosos" así se presenta a sí mismo Darío quien vive hace poco más de 3 décadas en Zona Oeste, a donde llegó desde zona Norte para vivir con su tía y primo.
De adolescente Darío era un chico que andaba por todos lados, se escapaba de su casa, un "tiro al aire", como se describió el mismo. Fue por eso que en el 88 vino a zona Oeste con sus familiares, fue aquí que su primo lo ayudo y le enseñó el oficio, que es en realidad el de aparador de zapatos.
"Siempre me dediqué al calzado de dama, me encanta, amo eso" nos explicó Darío, que durante varios años pudo trabajar en la empresa Grimoldi pero no por su profesión aprendida sino se dedicaba a pasar el cemento a las plantillas de los zapatos. "Yo trabajaba con mi primo, tenía un tiempo ya, y no había lugar para mi así que hable con la gente de Grimoldi aunque ganara menos quería trabajar" expuso el restaurador.
Lo que más le interesó de ese trabajo fue la posibilidad que tenía de obtener material que quedaba en el camino, cosas que se rompían y el tenía que desarmar para volver a poner algo nuevo. Esa tarea le hizo darse cuenta a Darío que se podía hacer arreglo de calzado de otra manera, tarea que recién aplicaría muchos años después.
Durante un tiempo se dedicó a hacer medidas para producir zapatos de fiesta en su propio local en Ituzaingó, el cual hace un par de años cerró por situaciones de la vida. Durante la pandemia hacía algunos arreglos pero pocos, hasta que un día se acercó un amigo con un pedido muy personal, unas botas marrones, muy maltratadas que eran del padre que era albañil y a quien la pandemia se había llevado.
Cuando se decidió a trabajar sobre ese calzado su hija le dijo que espera, que quería sacar unas fotos para mostrar el antes y después en redes sociales. Y así lo hizo, le crearon la página de "El Restaurador" donde publicó las imágenes y de repente se llenó, la gente iba de todos lados con pedidos y así decidió empezar completamente con el emprendimiento.
Si bien Darío no tiene redes sociales personales, no le gustan y le parecen una perdida de tiempo, hoy en día está más que agradecido porque gracias a eso durante la pandemia fue lo que le permitió compartir su trabajo y ayudar a todos los vecinos de Ituzaingó y a las personas que necesitaban un arreglo.
La cuarentena afectó los primeros tiempos del trabajo del restaurador, ya que, los lugares para comprar material estaban cerrados, pero de todas formas era necesario para el personal esencial que necesitaba arreglos y esto fue una motivación.
"Cuando yo veo un calzado ya se lo que le puedo hacer, lo que no le puedo hacer, y a veces hasta mientras voy haciendo voy descubriendo cosas que hago pero bueno, creo que es parte del don que dios me regalo y como el me lo regalo yo se lo doy a la gente" cerró Darío.