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La fábrica de Mielcitas y Naranjú se pone de pie: trabajadores se organizan en cooperativa para seguir produciendo

Hace dos meses y medio era noticia esta emblemática fábrica de productos alimenticios ubicada en Rafael Castillo por el cierre de sus puertas. Y es que se dejaban de fabricar dos golosinas consumidas por generaciones: Naranjú y Mielcitas. Después de mucho batallar y resistir ante la adversidad, trabajadores de la fábrica juntaron fondos para volver a producir, esta vez bajo la lógica de una administración cooperativa.

En diálogo con Viví el Oeste, Silvia Ayala, referente de los ex empleados de la fábrica Suschen, confirmó que por estos días están realizando los trámites para constituirse como una cooperativa de trabajo. Cuentan con el apoyo del Movimiento de Fábricas Recuperadas que los ayudan en lo que refiere a cuestiones administrativas.

“Está confirmado que vamos a seguir, empezamos los trámites Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social. Ya entró el expediente, ahora hay que hacer fuerza de que apuren los papeles”, explicaron desde la fábrica.

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Son en total 68 mujeres y 22 hombres los que por este momento están llevando adelante este reverdecer paulatino de actividad en la fábrica. “Estamos vendiendo como podemos, va a costar recuperar la confianza de los proveedores”, analiza Ayala a la hora de hablar de la incipiente venta de sus productos que están llevando adelante.

“Con lo de los asados y los festivales que hicimos pudimos juntar algo y empezar de nuevo”, relata la trabajadora, al tiempo que cuenta que ese dinero recolectado es invertido para comprar materia prima y volver a producir. Aunque por el momento no es suficiente y no alcanza para abastecer a las casi 70 familias.

Por el momento la fábrica está haciendo Naranjú, galletias y girasoles. La Mielcitas aún no porque no consiguen el proveedor de glucosa, aunque apuntan a volver a producirla en poco tiempo.

Ayala resalta “la resistencia” que primó entre estos trabajadores y sus familias para poder sostener la actividad. Después de acampes y momentos duros que todavía no han superado, si empiezan a observan un nuevo rumbo y se aferran a ello.

La historia es feliz para ellos y ellas, y para todos los que consumen hace generaciones las reconocidas golosinas.