La División de Trata de personas de la Policía Federal, por orden del Juzgado Federal Nº2 de Morón, a cargo de Jorge Rodríguez; allanó por segunda vez el predio de la organización Abba Krishna, donde se encuentra su templo, situado en el área 20 de Junio, una zona de campos de La Matanza en el límite con Merlo. En los operativos, encontraron un fuerte armamento, municiones y trajes bacteriológicos, que su líder Aldo F., ahora detenido, vendía a 8 mil dólares la unidad.
La Matanza: Armas y trajes bacteriológicos en un templo
La policía halló dentro del templo en La Matanza diez armas de fuego, entre ellas dos itakas, escopetas y pistolas, además de trajes bacteriológicos.
Según detalló la Policía, La secta Abba Krishna contaba con al menos diez armas, entre ellas dos Itakas, escopetas y pistolas de alto calibre, además de cientos de municiones, que fueron encontradas en un altillo en la casa personal del líder, Aldo F. de 66 años.
Las armas incautadas
La pregunta que se hizo la policía cuando hallaron el arsenal fue ¿para qué? La respuesta los sorprendió: “Porque se avecina el fin del mundo y los fieles tenían que estar armados para defenderse a fuerza de plomo antes del final”. La misma lógica funcionaba para la venta de los trajes bacteriológicos.
También se encontraron gran cantidad de medicamentos vencidos. Según indicaron, se realizó este segundo allanamiento debido a que surgieron nuevas pistas en el expediente tras la declaración de testigos.
El primer procedimiento para atrapar a los sospechosos de la organización, acusados de estafas y de esclavizar a sus fieles -y hasta se investiga abusos sexuales y trata de personas-, ocurrió en los primeros días de diciembre. Tras ese primer allanamiento, se detuvo los cinco líderes y en el lugar quedó una consigna de PFA.
La investigación en contra de la secta comenzó en febrero pasado, luego de la denuncia de una de las fieles. Así, se llegó hasta el predio donde se encuentra el templo y, tras cinco redadas, se dio con la banda.
La organización religiosa funcionaba, al menos, desde 2017. El dios hindú Krishna era el centro de su culto, con cantos de mantras, cantos congregacionales y charlas sobre filosofía espiritual y religión que incluían en sus programas de prédica para los domingos. Una gran imagen de Krishna, de casi un metro y medio de alto, estaba emplazada en el centro del templo, donde los fieles bailaban y cantaban. Luego, salían en procesiones barriales.
Además, tenían un giro que los volvía distintos de los cultos Hare Krishna que pueden verse en la Capital Federal y que observaron a Abba Krishna con desconfianza: también adoraban a Jesús. El término “abba” significa padre en arameo. Una imagen de Cristo podía verse junto a la de Krishna en sus altares, junto a un unicornio del tamaño de un pony enano. Tiempo después, el pony con cuerno fue reemplazado por una imagen de Srimati Radharani, la consorte mística de Krishna.
Era curioso lo que decían. Hablaban también de Krishna como “padre”, algo que no es parte de la ortodoxia hinduista usual. Sus seguidores mezclaban plegarias, decían “hare Cristo”, en el medio del tradicional mantra Hare Krishna, acompañados de guitarras criollas.
Un testigo de identidad reservada dio inicio al caso. Los acusaron de convertir en esclavos a sus fieles, de alejarlos de sus familias y de despojarlos de sus bienes. Entre los detenidos dentro de aquel primer operativo estaba Aldo, considerado el líder espiritual del grupo y el principal teólogo, por llamarlo de alguna forma.
Al líder de Abba Krishna lo describen como movedizo, hábil para hablar. Tomó la estética ceremonial y la simbología para captar a sus propios fieles y generar su propia organización. Así, en poco tiempo logró llamarse a sí mismo “maestro”.
Según fuentes policiales, esos fieles eran hombres y mujeres vulnerables, con posibles problemas psicológicos y situaciones familiares inestables en La Matanza, que se volvían conflictivos en otros cultos Krishna en Capital y el Conurbano.