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Historias de Malvinas: el homenaje al Soldado Claudio Alfredo Bastida

El homenaje, a través de una serie de entrevistas a excombatientes de la Guerra de Malvinas, que permite reconstruir las historias de sus camaradas y mantener viva su memoria.

En colaboración con la Secretaría General del Ejército, surge este espacio con el objetivo de rendir homenaje a los soldados caídos en la Guerra de Malvinas, a través de una serie de entrevistas a excombatientes que permita reconstruir las historias de sus camaradas y mantener viva su memoria, hoy es el turno de honrar al Soldado Claudio Alfredo Bastida.

La madrugada del 12 de junio encontró a las tropas argentinas desplegadas en Monte Longdon, una de las posiciones defensivas más importantes al oeste de Puerto Argentino. Allí se hallaban principalmente efectivos del Regimiento de Infantería Mecanizado 7, encargados de detener el avance enemigo sobre la capital. El terreno hostil, las condiciones climáticas adversas y la intensidad del ataque convirtieron ese combate en uno de los más cruentos del conflicto.

Durante más de diez horas, nuestros soldados resistieron con coraje y determinación el asalto británico, protagonizando combates cuerpo a cuerpo y soportando un incesante fuego de artillería. Más de cincuenta argentinos entregaron su vida en esa defensa. Es en ese marco que recordamos al soldado Claudio Alfredo Bastida, del Regimiento de Infantería 1, a través del testimonio del soldado Veterano de la Guerra de Malvinas Daniel Orfanotti.

¿Cuál era el rol de combate de Claudio Bastida?

Nos incorporamos al Regimiento de Infantería 1 “Patricios” y, al finalizar la instrucción, se eligió a los mejores para formar una compañía especial. El jefe de sección asignó a los soldados de contextura física más grande al manejo de las ametralladoras, por el peso y la dificultad para maniobrarlas.

Yo, que mido 1,90, fui designado apuntador. Pero Bastida era más grande todavía. Le decíamos “Frank”, por Frankenstein, por lo grandote. Él fue asignado como abastecedor de la ametralladora —el que asistía en la carga y transporte— y otro compañero completaba el equipo como segundo auxiliar.

Ya en Malvinas, recibimos la orden de trasladar dos ametralladoras a Monte Longdon para reforzar las posiciones. Viajamos en camiones con el armamento, las municiones y los víveres. Allí quedamos bajo las órdenes del Regimiento de Infantería 7.

¿Sobre qué hablaban en los momentos de calma?

La historia de Bastida es muy dura. Parte la supe estando en Malvinas, y el resto la conocí con el tiempo, hablando con su familia.

Era hijo único, de madre viuda, una mujer gallega que trabajó toda su vida. Como no tenían un hogar fijo, solían mudarse de un lado a otro, y a veces vivían en casa de una tía. Él estaba muy apegado a su madre.

Podría haberse eximido del servicio militar, pero eligió cumplirlo. Su sueño era entrar al Ejército y juntar el dinero necesario para comprarle una casa a su mamá. Quería darle una vida mejor. Fue valiente: sabía que podía no volver, pero nunca dudó. Jamás dijo “yo no voy”.

Era un pibe como cualquier otro: le gustaba la música, salir a bailar, disfrutar la vida. Lamentablemente, su historia terminó muy pronto; pero logró cumplir su promesa. Con lo que recibió tras su muerte, su madre pudo tener la casa que él tanto deseaba regalarle. Eso lo dice todo.

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Guerra de Malvinas: a la izquierda, el soldado Orfanotti; a la derecha, el soldado Bastida  

Guerra de Malvinas: a la izquierda, el soldado Orfanotti; a la derecha, el soldado Bastida

¿Qué recordás sobre el momento en que Claudio cayó en combate?

Eran las dos de la mañana cuando escuchamos una explosión, gritos, y comenzó el combate. Un inglés había pisado una mina y quedó gravemente herido. Lo que vino después fue un caos total: explosiones, trazantes, gritos, disparos.

Con Bastida salimos a ocupar nuestras posiciones y comenzamos a disparar. Yo cubría uno de los costados desde más atrás. En un momento, nos ordenaron separarnos para cubrir mejor el terreno. Cerca de las tres, las bombas empezaron a caer muy cerca, hasta que una estalló a pocos metros. Fue como si se apagara todo. Me quedé ciego, aturdido, con un zumbido constante. Justo en ese instante, grité su nombre. No sé por qué, pero grité “¡Claudio!”. Fue algo instintivo. Pero él estaba muerto.

¿Qué valores sentís que te dejó?

Lo primero que me enseñó fue el valor de la familia. Pero también el respeto, la camaradería y la solidaridad. La guerra tiene sus miserias: el frío, el hambre, la muerte. Pero también muestra lo mejor del ser humano. Recuerdo que teníamos un solo pan y lo compartíamos con quien más lo necesitara. Bastida me enseñó a ser solidario y a respetar al otro, incluso en el peor contexto.

¿Qué te gustaría que se recuerde de Claudio Bastida?

Éramos jóvenes, perdimos a nuestros amigos… Pero nunca perdimos el honor. Eso es lo que quiero que quede.”

Y también, que se sepa la verdad. Que las nuevas generaciones conozcan lo que hicimos, que lo mantengan vivo en la memoria. Porque esa es la única forma de que no nos olviden.

A más de cuatro décadas de la Guerra de Malvinas

El soldado Claudio Alfredo Bastida fue ascendido post mortem al grado de cabo, recibió la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate” y fue declarado Héroe Nacional por la Ley 24.950. Su nombre perdura hoy en instituciones educativas de su provincia natal.

A más de cuatro décadas del conflicto, honrar su memoria contribuye a mantener vivo el legado de quienes ofrecieron todo para defender la Patria.