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Manteros de plaza Atalaya piden que los dejen trabajar pese a los riesgos de contagios

Uno de los grandes problemas que se observan en estos tiempos de pandemia en todas las localidades del oeste es la regulación de las ferias. Uno de los grandes focos de concentración en La Matanza se da en la plaza del barrio Atalaya, en la localidad de Isidro Casanova. Los manteros y feriantes piden no ser desalojados por la policía de su lugar de trabajo, mientras que surge el riesgo sanitario con la acumulación de personas.

En los últimos años esta plaza se volvió muy popular para la comercialización de mercadería de todo tipo. El espacio verde ubicado sobre la Av. Cristiania luce diadamente con mantas y vendedores intentando ganarse el día.

Durante la semana pasada efectivos policiales avanzaron sobre la instalación de los puestitos y obligaron a los vendedores a retirarse del lugar. Con la acumulación de varios días sin trabajar, los trabajadores terminaron haciendo una manifestación en protesta de la decisión municipal de no cederles este espacio.

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Hay que destacar que en medio de la segunda ola de contagios de coronavirus, la organización de la feria significa un grave problema sanitario no solo para los que asisten allí sino también para los contactos estrechos de las cientos de personas que se dan cita.

Noelia Balbuena es una de las mujeres que tomó representatividad entre las mujeres feriantes y le cuenta a Viví el Oeste que esta práctica comercial es más esencial para cientos de familia.

“Yo trabajo hace cuatro años acá, particularmente no vivo de la manta, pero si compro y revendo, lo necesito a este espacio. No poder estar en el lugar afecta muchísimo a toda la gente porque hay algunos que ni siquiera tienen un celular para ofrecer los productos”, resalta Balbuena.

En este sentido explica que mientras muchos tienen la posibilidad de volcarse a las redes sociales para promocionar sus productos, inclusive transmitir vía Facebook Live (una práctica que se impuso desde el año pasado), otros no tienen las herramientas y el conocimiento para ofrecer su mercadería por fuera de la feria.

Ante estos hechos, la situación es de completa expectativa para los próximos días, ay que no hay una garantía de que van a poder seguir trabajando en el lugar: “Nadie nos dijo que iba a pasar. Hay mucha gente con incertidumbre que va a armar su puestito y aunque le digan que se tiene que ir van a volver porque no tienen otra cosa que la manta, porque lo necesita”, resaltó Balbuena.

La feriante aclara que la situación económica en muchos casos es más que desesperante, especificando que “la gente que va a la plaza no va porque no tiene nada que hacer, va porque es la única salida”.

En vistas al aumento de casos de coronavirus por la segunda ola muchos piden que se cierren este tipo de espacios para evitar circulación, pero para estas familias es su único ingreso.