Un 28 de agosto, pero de 19755, un político sevillano llamado Francisco de Merlo y Barboza fundó en lo que antes era un paraje desolado, recorrido periódicamente por tribus indígenas errantes (querandíes), un pueblo que al día de hoy se constituyó como una de las localidades más populosas de todo el Oeste y el Gran Buenos Aires.
Ese terreno localizado en las cercanías del Río de las Conchas (Reconquista) fue visto en 1720 como una oportunidad por Don Francisco y por eso decidió adquirir una porción del mismo a pocos metros del Camino Real, que actualmente se llama Avenida Rivadavia.
Seis años después, el escribano participó en el acta de fundación de la ciudad de Montevideo en lo que entonces era la Banda Oriental, mientras que al cabo de los pocos meses decidió empezar a construir en el casco de estancia un oratorio para uso propio y de su familia, al cual advocó a San Antonio de Padua y la Nuestra Señora de la Concepción del Camino.
Allí los viajeros se arrodillaban y se encomendaban a la Virgen antes de entrar en territorio de los querandíes, razón por la que en 1730 el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires la designó como parroquia interina del Curato de La Matanza, donde llegó a ser cura su hijo Juan Antonio.
Luego de un largo proceso de compra de tierras con dinero prestado, ya que Francisco tenía un sueldo que se limitaba a los ocho pesos mensuales, y heredado de su gran amigo Francisco Sánchez de Botija, el hombre le pidió una autorización para fundar un pueblo al Cabildo en 1738, aduciendo entre otras cosas que el más cercano a Buenos Aires en esa dirección era Santa Fe.
Un hecho trascendental aconteció en 1740: un malón liderado por el cacique tehuelche Cangapol mató a alrededor de 800 pobladores de Arrecifes y Luján y llegó a las cercanías de la estancia de Merlo, por lo que rentó un un cañón y otras armas para defender su casa y que su sueño de crear una ciudad no quede trunco.
Dos años después, se realizó el primer censo local y arrojó un total de 75 personas agrupadas en 15 familias, registro que fue enviado al Rey Felipe V de España en la carta donde reiteraba su deseo de fundar un pueblo. Finalmente, el 31 de agosto de 1754 la Cédula Real convalidó la intención de Don Francisco y el 28 de agosto de 1755 comandó el acto solemne de la creación de San Antonio del Camino, haciendo alusión a la mencionada parroquia y la cercanía con la importante carretera.