Un 22 de mayo, pero de 1976, Víctor Emilio Galíndez entró a la historia del pugilismo argentino luego de conseguir una emblemática victoria ante Richie Kates y quedarse con su segundo título mediopesado de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), momento en el que no se olvidó de su querida localidad de Morón.
Aquella pelea, el estadounidense le dio un cabezazo en su ceja izquierda que le provocó un severo corte y, pese a que no pudo frenar el sangrado, se mantuvo de pie y continuó guanteando usando la camisa del árbitro Stanley Christodoulou para secarse de vez en cuando.
Más allá de que la visión se le dificultaba y el rival no daba el brazo a torcer, la épica se gestó a solo 10 segundos de que termine el último asalto: con una zurda terrible noqueó al norteamericano y revalidó el campeonato del mundo tras el considerado como el combate más impresionante de un argentino de todos los tiempos.
Una vez que el juez levantó su brazo y lo consagró vencedor aquella noche en Johannesburgo, Sudáfrica, el "Leopardo de Morón" hizo honor a su apodo y mandó "un gran saludo para toda la gente" de la mencionada ciudad del Oeste. Esa misma jornada resultó asesinado Oscar "Ringo" Bonavena, noticia que no le fue informada sino después de que le cosan la herida en el vestuario.
Su regreso triunfal a Morón y el descanso eterno en el Cementerio Municipal
Galíndez volvió al país unos días después como un auténtico héroe. Según cuentan desde el Instituto y Archivo Histórico Municipal, miles de vecinos se congregaron en la Avenida Rivadavia para acompañar su entrada al territorio local, para lo que se tuvo que emplear un camión de bomberos.
Apenas cuatro años después, Víctor falleció trágicamente en un accidente durante una prueba del Turismo Carretera (TC), ya que su otra gran pasión era el automovilismo. Como muestra de su arraigo moronense, fue enterrado frente a la plaza principal del Cementerio local y a muy pocos metros de la entrada.