Cada 10 de agosto se celebra en todo el país el Día Nacional de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) como conmemoración de la creación de la Escuela de Aviación Militar (EAM) en la localidad de El Palomar, al norte del partido de Morón, por lo que desde este medio nos propusimos recordar el estrecho vínculo del organismo con el Oeste.
El Oeste y su estrecho vínculo con la Fuerza Aérea
Un día como hoy, pero de 1912, nació la Escuela de Aviación Militar en El Palomar y desde ahí se celebra a la FAA, aunque no es su única relación con el Oeste.
Esta institución nació con la firma de un decreto por parte del presidente Roque Sáenz Peña y la donación del Aero Club Argentino de su parque aerostático, sus elementos, su asesoramiento y sus profesores para que comience a funcionar en la citada ciudad, que años más tarde vio la construcción de las dos torres de acceso que ahora constituyen parte de su imagen e identidad como expresión del deseo del hombre de elevarse desde la tierra hacia al cielo.
Además de la EAM, la ciudad también posee la I Brigada Aéra, el Área Logística y un aeropuerto propio que le dan un marcado perfil aeronáutico, similar al de su vecina Ciudad Jardín, cuyas calles y plazas llevan el nombre de muchos exponentes de la disciplina.
Sin embargo, este no es el único lugar de Morón que tiene relación con la FAA, ya que en Castelar Sur se encuentra la Base Aérea Militar local, una de las más importantes de la Argentina y donde siempre se lleva a cabo el acto central del aniversario de esta fecha.
A su vez, la VII Brigada Aérea es otra unidad que tiene asiento de este lado del Gran Buenos Aires, más precisamente en Cuartel V, municipio de Moreno, donde desempeña tareas de transporte y apoyo, por ejemplo, al igual que la Dirección de Vigilancia y Control del Aeroespacio (ex Grupo 1 de Vigilancia Aérea o simplemente G1VA), cuya sede está en Merlo.
Una última vinculación del Oeste con la Fuerza Aérea y la aviación en general es la existencia de dos barrios aeronáuticos, entendidos como aquellos que tienen calles sin salida que rematan en un espacio verde central: el de El Palomar y el de Ituzaingó.