Desde hace por lo menos seis años, los vecinos de casi todas las localidades del Oeste notaron la presencia cada vez más notoria de los "caranchos" o los "aguiluchos" en el cielo, lo cual colaboró con la instalación de una leyenda urbana que afirma que fueron introducidos adrede para controlar plagas de palomas y ratas.
Oeste: caranchos y aguiluchos llegaron para quedarse
Si bien existe la leyenda urbana de que fueron introducidos adrede para controlar plagas, su presencia en el Oeste no tiene nada que ver con el ser humano.
Sin embargo, este relato popular que señala al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) como el responsable no es verdadero, ya que la razón del aumento de su población tiene que ver con la suma de áreas protegidas en las que puedan criar a sus pichones y reproducirse.
Por este lado del Conurbano Bonaerense los ejemplos sobran, ya que están las reservas naturales y/o urbanas de Ciudad Evita, Gregorio de Laferrere, El Palomar, Castelar y La Reja ("Los Robles") y otras en proyecto para adquirir ese estatus, tales como las de Ituzaingó, Virrey del Pino y Merlo.
"A estos espacios verdes se agregan el arbolado público y los jardines de los vecinos que, sumados a los diferentes cuerpos de agua y las construcciones humanas, nos muestran la complejidad del mosaico ambiental en el que la biodiversidad se desarrolla. Por estos motivos, es posible que las aves rapaces siempre hayan estado aquí, y digo que esto es posible porque los pocos estudios que hay sobre ellas son más bien recientes", sentenció al respecto el profesor de Biología y experto en el tema, Mauricio Manzione, en diálogo con Infobae.
A su vez, el especialista reveló que actualmente existen "alrededor de 31 especies" de estos animales repartidas en cuatro grupos: "jotes; águilas, aguiluchos, gavilanes y otros; halcones, caranchos y chimangos; y lechuzas, caburés, alilicucúes, lechuzones y ñacurutú", mientras que su dieta es muy variada y abarca carroña, ratones, pájaros más pequeños, reptiles chicos, sapos e insectos.