Hace exactamente 83 años, la inmobiliaria Ungaro y Bárbara Sociedad Anónima (SA) realizó el primer loteo de una antigua estancia ubicada al norte del partido de Moreno que, con el correr de las décadas, sirvió como el puntapié inicial de la localidad de Trujui, una de las más densas del Oeste.
En sus comienzos, esta parcela le pertenecía a Juan Francisco Arechavala, quien compró una porción de la quinta "La Luz" el 13 de septiembre de 1919 al lado de la Ruta Provincial número 23 y un tiempo después otra de "Sans Souci", convirtiéndose en el dueño de 296 hectáreas.
Allí fue donde trasladó su haras (criadero de caballos de carrera) que había montado en el pueblo bonaerense de Lincoln y creó su chalet, cuyo estilo arquitectónico era propio del Renacimiento español, con mayólicas, jardines y un parque con una atractiva arboleda, lo cual se erigió como la construcción primordial y pionera de la zona.
Con el paso de los años el hombre vendió esas tierras de a partes tomando como referencia el trazado original del 19 de abril de 1942, en el que se dividieron 174 casas de verano de 1.200 a 2.500 metros cuadrados cada una. Por ejemplo, el edificio principal quedó en manos de la Congregación de Hermanas de la Compañía de María y hoy día funciona bajo el nombre de "Villa Lestonnac".
Las dos teorías sobre la denominación Trujui
La primera versión refiere al haras del primer propietario de la zona, ya que él lo llamó "Trujui", una palabra de origen araucano que significa "lugar despejado" u "ondulado" por las serranías propias de la región pampeana, ya que el mismo se emplazaba sobre un área de médanos.
Sin embargo, existe otra que señala que proviene del cacique Trujui, uno de los jefes de la resistencia indígena contra la dominación europea que habitó el lugar hacia el siglo XVI.